JENNY
this site the web

Encuentro...


La primera vez que lo vi me disponía a comer un par de tacos campechanos en un puesto de comida cerca de la Facultad. Estaba parado a unos metros de mí y sostenía con ambas manos un plato de sopa caliente mientras buscaba un lugar donde sentarse. Ese día había olvidado mis anteojos en casa así que no pude evitar mirarlo insistentemente. Algo en él me producía una sensación de armonía interior, así que seguí observándolo hasta que se dio cuenta. Por instantes él también me miró, por supuesto con más discreción que yo, bajaba la cabeza para beber su sopa, levantaba un poco las cejas y observaba por encima de sus lentes. Apenas pude distinguir sus singulares ojos verdes.
Me enamoré de él. Alguna vez creí que a través del amor había visto el universo entero. Hasta que lo conocí. Comencé a admirarlo antes de saber quién era, qué hacía o cómo se llamaba. No a todas las chicas les pasa eso. No todas las mujeres se dan cuenta de que han encontrado a un hombre que está hecho para ellas y que nunca más habrá otro.
Era tan grande el goce de mis sentidos al tenerlo cerca que instantáneamente comencé a sentir también una turbación profunda. Pensé que nunca volvería a verlo, así que decidí mirarlo sin recato hasta que pudiera sentirme extasiada. Eso no sucedió, tuve que irme antes de que mi corazón pudiera asimilar que vivimos en un universo lo suficientemente gigantesco como para que ese encuentro fuera una casualidad.
Caminé. Un par de calles adelante me encontré a una amiga de la infancia que no había visto en poco más de diez años. Ella estaba emocionada de verme y yo fingí también estarlo. Me contó algunas cosas, pero no la escuche, seguía pensando en él mientras la veía mover la boca y hacer ademanes de un lado a otro. Le dije que tenía prisa, me dio su número telefónico el cual anoté mal en una servilleta de papel y nos despedimos. En unos minutos darían las ocho de la noche, aún tenía que llegar a una clase y mientras caminaba seguía pensando en él.
Lo idealicé. Ser excepcional, hombre curioso, sujeto singular en conciencia, virtud, actitud y vida, diferente a millones. Seguí caminando por seis minutos, los más intensos de mi vida. En un segundo me propuse conocerlo, enamorarlo, tenerlo y morir a su lado. Fui a donde él, lo miré fijamente a los ojos y besándolo le confesé lo que sentía. No busqué explicaciones, la vida estaba clara, el milagro se consumaba y estaríamos juntos para siempre.
Esa tarde aprendí que el amor no significa poseer físicamente. Sin embargo, me pareció que comenzaba a vivir una verdadera tragedia, en un instante, el hombre de mis sueños casi se había esfumado, ese ser que había creado en mi mente. Tuve entonces que aprender a soportar la separación, aguantar y aceptar que soy fuerte, dejarlo ir estoicamente.
En un santiamén recobré mi vida. Todo había vuelto a la normalidad. Había requerido toda mi fuerza para sanar la profunda herida que había dejado en mi alma el efímero encuentro con aquel hombre y la inminente separación. Estaba exhausta, pero mi vida tenía que continuar.
Aún no había alguien en el salón cuando llegué, faltaban unos minutos para que comenzara la clase. Me senté en una butaca de la primera fila para poder prestar atención al profesor y evitar que mi mente se fuera volando a donde él estuviera. Cerré los ojos, me relajé y respiré profundo. De repente escuche que alguien me preguntó: Disculpa… ¿Este es el grupo veintisiete?
Sí, conteste mientras abría los ojos. No puede evitar entreabrir la boca cuando vi aquel hombre frente que decía: Soy Carlos García, el profesor de Historia. Era él.



Agosto 21, 2008.



-0-

0 comentarios:

 

W3C Validations

Cum sociis natoque penatibus et magnis dis parturient montes, nascetur ridiculus mus. Morbi dapibus dolor sit amet metus suscipit iaculis. Quisque at nulla eu elit adipiscing tempor.

Usage Policies