
Después de un tiempo uno aprende la sutil diferencia entre sostener una mano y encadenar un alma, que el amor no significa recostarse y que una compañia no significa seguridad...
Uno empieza a aprender que los besos no son contratos y los regalos no son promesas; y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos.
Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes..., y el futuro nos juega bromas partiéndose por la mitad.
Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado hasta el calorcito del sol quema, que hay que plantar su propio jardín y decorar su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende...
Y con cada adiós uno aprende.
Uno empieza a aprender que los besos no son contratos y los regalos no son promesas; y uno empieza a aceptar sus derrotas con la cabeza alta y los ojos abiertos.
Y uno aprende a construir todos sus caminos en el hoy porque el terreno de mañana es demasiado inseguro para planes..., y el futuro nos juega bromas partiéndose por la mitad.
Y después de un tiempo uno aprende que si es demasiado hasta el calorcito del sol quema, que hay que plantar su propio jardín y decorar su propia alma, en lugar de esperar a que alguien le traiga flores.
Y uno aprende que realmente puede aguantar, que uno es fuerte, que uno realmente vale, y uno aprende y aprende...
Y con cada adiós uno aprende.
Dario Castellanos.
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