La mala planeación y ubicación geográfica de muchos municipios y ciudades en nuestro país son una de las causas por las cuales, año con año, ocurren desastres de mayor extensión.
Es común que ciudades como la de México, municipios como Monterrey, y estados como Tabasco sean afectados catastróficamente al ocurrir fenómenos hidrometeorológicos como el huracán “Alex”.
Hace casi veintidós años el huracán Gilberto azotó la misma región en Nuevo León, por lo que en 1988 se conformó (a la fuerza, es decir, ya que tenían las lluvias encima) el comité de Estatal Protección Civil, encabezado por el gobernador Jorge Treviño.
Pero, qué pasó veintidós años después no es la pregunta que deberíamos hacernos, la pregunta que debe hacerse es qué pasó durante estos últimos veintidós años.
Gilberto demostró que a Nuevo león sí llegan los huracanes, aunque para muchos eso sea absurdo; demostró que Monterrey y su zona metropolitana están ubicados en los causes naturales de amplios ríos, que pareciera están secos, pero no es así; nos demostró que más vale estar preparado ante situaciones de emergencia.
¿Qué sucedió? Que las autoridades y el “Comité de Protección Civil” no verificaron que la reconstrucción de las zonas afectadas se diera en las mejores condiciones posibles.
Entendieron mal el término “Reconstruir “, sí, lo entendieron mal. Reconstruir significa, según el diccionario, "volver a construir o reparar una cosa destruida o deshecha". Pero, en este caso y muchos otros, parece que se entendió como “reproducir las circunstancias de un suceso fielmente”. Reconstruir, casi casi reproducir...
La reconstrucción debería ser un proceso que integre el mejoramiento de las condiciones en las que se encuentra una población. La disminución del riesgo y la vulnerabilidad. Si mi casa está ubicada en el cauce del agua es preciso que la reubique, y no sólo que la repare y siga viviendo en el peligro.
Las colonias crecen, se urbanizan e industrializan, y demandan mayores servicios; sus habitantes invierten en su patrimonio y construyen casas, establecen negocios, compran autos y acumulan bienes materiales; pero nunca invierten en estudios y “análisis de riesgo” que les permita saber dónde están parados y qué pueden hacer para disminuir su vulnerabilidad.
A veintidós años de Gilberto nos damos cuenta de que no se ha hecho nada contundente para evitar los desastres en esta zona... Nos damos cuenta que tampoco aprendemos en cabeza propia.
¿Acaso veintidós años no son suficientes para mejorar las condiciones de la población y disminuir el riesgo?
“En Japón se ha determinado, experimental y teóricamente que en cuanto se olvida un sismo, viene el siguiente.”
En México debería recordarse siempre a Gilberto, Paulina, Catrina, Wilma, Erika, Emily, Mitch, etcétera… Y nunca olvidarlos.
Es común que ciudades como la de México, municipios como Monterrey, y estados como Tabasco sean afectados catastróficamente al ocurrir fenómenos hidrometeorológicos como el huracán “Alex”.
Hace casi veintidós años el huracán Gilberto azotó la misma región en Nuevo León, por lo que en 1988 se conformó (a la fuerza, es decir, ya que tenían las lluvias encima) el comité de Estatal Protección Civil, encabezado por el gobernador Jorge Treviño.
Pero, qué pasó veintidós años después no es la pregunta que deberíamos hacernos, la pregunta que debe hacerse es qué pasó durante estos últimos veintidós años.
Gilberto demostró que a Nuevo león sí llegan los huracanes, aunque para muchos eso sea absurdo; demostró que Monterrey y su zona metropolitana están ubicados en los causes naturales de amplios ríos, que pareciera están secos, pero no es así; nos demostró que más vale estar preparado ante situaciones de emergencia.
¿Qué sucedió? Que las autoridades y el “Comité de Protección Civil” no verificaron que la reconstrucción de las zonas afectadas se diera en las mejores condiciones posibles.
Entendieron mal el término “Reconstruir “, sí, lo entendieron mal. Reconstruir significa, según el diccionario, "volver a construir o reparar una cosa destruida o deshecha". Pero, en este caso y muchos otros, parece que se entendió como “reproducir las circunstancias de un suceso fielmente”. Reconstruir, casi casi reproducir...
La reconstrucción debería ser un proceso que integre el mejoramiento de las condiciones en las que se encuentra una población. La disminución del riesgo y la vulnerabilidad. Si mi casa está ubicada en el cauce del agua es preciso que la reubique, y no sólo que la repare y siga viviendo en el peligro.
Las colonias crecen, se urbanizan e industrializan, y demandan mayores servicios; sus habitantes invierten en su patrimonio y construyen casas, establecen negocios, compran autos y acumulan bienes materiales; pero nunca invierten en estudios y “análisis de riesgo” que les permita saber dónde están parados y qué pueden hacer para disminuir su vulnerabilidad.
A veintidós años de Gilberto nos damos cuenta de que no se ha hecho nada contundente para evitar los desastres en esta zona... Nos damos cuenta que tampoco aprendemos en cabeza propia.
¿Acaso veintidós años no son suficientes para mejorar las condiciones de la población y disminuir el riesgo?
“En Japón se ha determinado, experimental y teóricamente que en cuanto se olvida un sismo, viene el siguiente.”
En México debería recordarse siempre a Gilberto, Paulina, Catrina, Wilma, Erika, Emily, Mitch, etcétera… Y nunca olvidarlos.
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